Día 1, Marzo 6

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” –Lucas 23:34

Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente.” Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la camisa, déjale también la capa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. (Mateo 5:38-41 NVI)

No existe un mejor ejemplo mejor de este pasaje del sermón del Monte que cuando Jesús clamó mientras estaba en la Cruz, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después de ser traicionado, arrestado injustamente y juzgado, golpeado, burlado y escupido por aquellos a quienes les estaba entregando a su vida, Jesús todavía ora a favor de ellos por su perdón. Habría sido fácil responder a su rencor con la misma moneda, o incluso simplemente ignorar sus acciones completamente y centrarse en el resultado final, la salvación del mundo. En cambio, Jesús seguía pensando en esas personas. No estaba enojado ni molesto con los responsables de la injusticia perpetrada contra él. El dolor insoportable que él estaba soportando no le desvió de preocuparse por sus almas.

En contraste ¿cuán a menudo estamos tan enfocados en nuestro propio dolor, nuestras propias ocupaciones, nuestras propias necesidades, o los males que se están haciendo contra nosotros que no vemos cómo Dios desea usarnos para ser una bendición para otra persona? Si queremos llegar a ser verdaderamente más como Cristo, necesitamos aprender a perdonar a los demás tan pronto y completamente como él, a vivir con nuestros ojos abiertos al mundo que nos rodea, y no dejar que nuestras propias circunstancias nos cieguen a las personas que necesitan el amor de Dios en su vida, es decir, toda la humanidad.

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