Día 17, Marzo 22

“Mujer, he ahí tu hijo…. He ahí tu madre. –Juan 19:26–27

Pero Zaqueo dijo resueltamente:
—Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
—Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:8–10

En Japón, existe una práctica de adopción adulta en la que un varón en sus veinte o treinta años es adoptado como un hijo con el fin de mantener el negocio familiar dentro de la línea familiar. Esta no es una práctica oscura. Durante varias generaciones, los jefes de una serie de empresas multinacionales con sede en Japón han estado utilizando la adopción de adultos para asegurar que sus organizaciones permanezcan en la familia sin que el éxito futuro dependa de un heredero biológico que posea la perspicacia necesaria para los negocios.

Para muchos de nosotros en Occidente, esta práctica puede parecer un poco extraña, pero muchos de nosotros hemos sido adoptados como adultos en una familia totalmente diferente de la que nacimos. Como seguidores de Cristo, hemos sido adoptados y hemos sido hechos hijos e hijas de Abraham, pero nuestras adopciones no están vinculadas con lo bien que podemos elevar los beneficios trimestrales, aumentar las cuotas de mercado, o de ninguna otra manera que divisemos para ganar nuestro lugar en la familia. Más bien, nuestras adopciones son para nuestro beneficio, no para Dios. Para ponerlo en un lenguaje similar al que Pablo utiliza en Romanos 11, hemos sido injertados en el árbol de la vida de Abraham, no porque nosotros como ramas somos abundantes por nuestra cuenta, sino para que, por medio de la misericordia de Dios, podamos pasar de la esterilidad a la vida eterna. Celebre el acto misericordioso de Dios de adoptarnos en su familia, de injertarnos en el árbol de Abraham para que podamos experimentar la vida verdadera que sólo se encuentra a través de Jesús.

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