Día 25, Marzo 30

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” –Mark 15:34

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. Juan 15:4–5

Cuando alguien te dice, “eres perfecto tal como eres”, tu reacción no suele estar en desacuerdo con su evaluación. De hecho, es probable que le agradezcas, incluso le devuelvas el halago, porque así es como se pretende tomar una declaración como esta, como un cumplido. Sin embargo, el significado inherente detrás de esta frase es que ya no necesitas preocuparte por el proceso de transformación, ya no necesitas ser un mejor padre, o seguir creciendo como un discípulo más devoto de Cristo; Has alcanzado la cima de todo lo que es posible. Eres perfecto. Todos sabemos que esto es obviamente falso. Por mucho que nos gustaría reclamar lo contrario, todos estamos en necesidad de mejorar.

Jesús describió la situación como esto: “El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca” (Lucas 6:45). Si esto es cierto—y creemos que es así porque viene de Jesús—entonces debemos procurar guardar continuamente nuestros corazones contra el mal y fomentar el crecimiento de la bondad, la verdad y la justicia. Afortunadamente, no estamos en este viaje solos. Jesús prometió permanecer con nosotros si permanecíamos en él, y como una rama que permanece unida al tronco de un árbol, seguiremos produciendo buen fruto. Pon atención a los ritmos del Espíritu Santo en tu corazón; Presta atención a las cosas que él señala, y guarda tu corazón contra cualquier distracción que pueda alejar su atención de donde él está obrando.

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