Día 38, Abril 12

“Consumado es.” –Juan 19:30

Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo, y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre. »No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados. Juan 5:25-29

Cada cierto tiempo, un nuevo libro se publica detallando alguna historia personal de alguien que supuestamente muere, va al cielo, y vuelve a la vida con los recuerdos intactos de su estancia en el cielo. Algunas de estas afirmaciones se sitúan en un terreno más firme que en otras, pero todas ellas alimentan nuestra curiosidad y fascinación por la vida después de la muerte. Incluso los cristianos caen presa de este deseo de encontrar pruebas de que lo que la Biblia dice es verdad, incluso si las descripciones del cielo en estos libros coinciden mejor con las representaciones que se encuentran en la cultura occidental que en las Escrituras. En última instancia, este tipo de libros son tan populares porque todos nosotros queremos saber que la muerte no es el fin.

Es por eso que la resurrección es probablemente la verdad más llena de esperanza de todas las gloriosas verdades que se encuentran en Jesús. Gracias a Cristo, ya no estamos gobernados por la muerte. Todos los que se han ido antes simplemente, como escribe Pablo, “durmieron” y se levantarán en el día del Señor (1 Tesalonicenses 4:13-15). En una adaptación de un poema de 1633 de John Donne, la compositora Audrey Assad escribe: “Muerte, no te enorgullezcas, aunque todo el mundo te tema: Poderosa y espantosa apareces, pero Muerte, no te enorgullezcas, porque tu orgullo te ha fallado. No me matarás.”

Pase tiempo en adoración a Dios quien ha derrotado terminantemente a la muerte, para que podemos alegremente hacer eco a las últimas palabras del poema de John Donne: “Muerte, morirás.”

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