“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. –Lucas 23.43
Luego dijo Jesús a sus discípulos:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? Mateo 16:24-26
Cuando era niña, Amy Carmichael quería ojos azules en lugar de los ojos marrones que Dios le dio. Incluso oró para que Dios se los cambiara. En sus últimos años, Carmichael escribió que fue capaz de ministrar en lugares donde los ojos azules probablemente hubieran sido un obstáculo. En particular, en su ministerio a algunos de los más necesitados y marginados en el sur de la India, se colaba como alguien del lugar para obtener acceso a los templos y poder rescatar a las jóvenes de la prostitución. En lugar de enfocarse en cómo Dios no la bendijo en las maneras en que ella hubiera preferido en ese momento—incluyendo una estadía misionera fallida a Japón y numerosas enfermedades—Amy Carmichael eligió vivir su vida siguiendo a Jesús y renunciando a su propio camino.
Al describir lo que era ser un misionero, un papel que mantuvo durante 55 años, Carmichael escribió: “La vida misionera es simplemente una oportunidad de morir”. Dentro del marco en el que entendemos que cada seguidor de Cristo es un misionero en su contexto actual, lo mismo podría ser dicho: la vida en Cristo es simplemente una oportunidad de morir. ¿Cómo estás muriendo hoy para que Cristo pueda vivir dentro de ti?