Día 15, Marzo 20

“Mujer, he ahí tu hijo…. He ahí tu madre. –Juan 19:26–27

Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.  Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre. Mateo 12.48-50

La mayoría de la gente conoce el dicho “La sangre es más espesa que el agua,” lo cual quiere decir que los lazos familiares son más fuertes que cualquier otro. Sin embargo, alguno eruditos afirman que esta es una alteración de otra frase que cambia completamente el significado. La original, según estos eruditos, es “la sangre del pacto es más espesa que el agua del vientre,” lo cual significa que las relaciones que vienen de un pacto son más fuertes que las de la familia. Esta vieja frase probablemente proviene de la relación entre David y Jonatán; aunque ellos no eran parientes, su amistad eran tan cercana que ellos forjaron un pacto mutuo, una promesa que sobrepasó los lazos familiares, particularmente cuando se trataba de la relación de Jonatán con su padre, el rey Saúl.

Jesús trae un nuevo entendimiento a la frase “la sangre del pacto es más espesa que el agua del vientre.” A través de su sangre, estamos unidos con Dios en Cristo. Esto nos une no sólo al padre sino también el uno al otro. Nuestra relación de pacto con Dios debe, por consiguiente, tomar precedencia sobre cualquier otra relación incluyendo la de la familia y nuestra relación con nuestros hermanos y hermanas en Cristo deben ser más significativas que nuestras relaciones con los que son sólo familia de sangre. Examina tus relaciones más cercanas para ver si siguen este concepto; si Dios no ocupa el lugar más alto, ¿qué necesitas cambiar?

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