“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. –Lucas 23.43
Respondió Jesús y le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:13-14
En uno de los más famosos pasajes de los evangelios, Jesús invita a una mujer samaritana a beber del agua viva que se encuentra solamente en el Mesías, y ella, a su vez, invita a todos los de su pueblo a conocer al Salvador del mundo. Sin embargo, de acuerdo con las costumbres de aquella época, un judío “justo y recto” no se asociaba con los samaritanos. Los samaritanos eran descendientes de los judíos, pero en algún punto en el pasado hubo una división acerca de la ubicación correcta del templo: los judíos adoraban en Jerusalén, mientras que los samaritanos adoraban en el Monte Guerizín, y ambos creían uno del otro estar equivocado y hasta ser herejes.
A Jesús no le importaba que lo juzgaran cuando hablaba con un samaritano, aún con una mujer que había estado casada cinco veces y que en ese momento vivía con un hombre que no era su marido. Como Jesús les dijo a sus discípulos cuando ellos regresaron: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4.34) Jesús consistentemente invitaba a la gente a vivir en la realidad del Reino de Dios—la regla y el reinado de Dios—frecuentemente pasando por alto las normas sociales para cuidar y amar a la gente. Como seguidores de Jesús en el año 2019, la invitación sigue siendo la misma. Pídele a Dios te guíe a compartir con alguien en necesidad de beber de la fuente de agua viva y comparte el amor de Jesús, la disponibilidad de la salvación y el Reino de Dios con esa persona.