“Consumado es.” –Juan 19:30
Nadie ha subido jamás al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. »Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Juan 13:13-15
Durante su travesía por el desierto, los israelitas se murmuraron y renegaron contra Dios y Moisés, quejándose de las bendiciones que Dios les había provisto, como la libertad de Egipto y el maná del cielo. En respuesta, Dios envió serpientes venenosas entre el pueblo, haciendo que muchos murieran. Después de que el pueblo se arrepintió y Moisés clamó al Señor por ellos, Dios instruyó a Moisés que elaborara una réplica de la serpiente y la colgara en un poste, llamando a todos los que sufrían que miraran a la figura para ser sanados.
No hay una lógica terrenal que explique la sanidad de los israelitas que fueron mordidos. Charles Spurgeon lo puso de esta manera: “No negar que lo pienso, pero me doy cuenta, que a primera vista, la serpiente de bronce parece ser la invención más absurda, en sí misma, que el hombre haya podido idear para curar a los que fueron mordidos; y, sin embargo, cuanto más los considero, veo en la serpiente de bronce la sabiduría más alta creada por Dios mismo.”
Siguiendo los pasos retóricos de Jesús en la conversación con Nicodemo, Spurgeon conecta la serpiente de bronce que fue levantada al Hijo del Hombre colgado en un madero. Desde el punto de vista del hombre, parece una completa locura y una tontería que Dios muera de tal manera, pero desde el punto de vista de Dios, es sabiduría y salvación. Invite al Espíritu Santo a que le señale las áreas de su vida en las que ha estado confiando en su propia comprensión, en lugar de permitir que Dios, en su sabiduría, le dirija.