“Tengo sed.” –Juan 19:28
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11.28-30
En el libro El año de vivir bíblicamente, A. J. Jacobs, quien se describe a sí mismo como agnóstico, escribe acerca de sus esfuerzos para seguir “cada regla, cada sugerencia, cada pequeño consejo” que él podía encontrar en la Biblia — que eran más de 700 preceptos según su conteo. Al final del año, después de frustrar y molestar a su esposa y de toparse constantemente con obstáculos de la vida moderna, él encontró “algo” de significado en “algunas” de las reglas, pero es el significado de un agnóstico y no el significado vivificante del Reino de Dios. Más aún, el esfuerzo agotador de tratar de seguir cada regla que encontraba en las Escrituras eclipsó el poco significado que él había hallado en ellas.
La carga de la ley de Moisés era pesada, especialmente después de añadir los numerosos comentarios, exposiciones y explicaciones de los líderes religiosos que supuestamente iban a ayudar a la gente a seguir exactamente la ley. Siendo Dios, Jesús sabía la intención detrás de la ley, y siendo hombre, Él sabía qué tan doloroso era seguir rigurosamente la ley al pie de la letra. Esta es parte de la razón por la cual Él vino a vivir entre nosotros, enseñarnos, morir por nosotros y triunfar sobre la muerte por nosotros. Él tomó nuestra carga de pecado y de muerte como si fuera la suya y la venció. A cambio, nos invita a tomar su yugo, el cual nos lleva a tener una vida abundante. Dios no estableció la ley para que se convirtiera en una abrumadora carga, pero aún así se convirtió en una carga. ¿Hay algo en tu vida que se ha convertido en una pesada carga que no debería serla? Invita a Dios a llevar en sus hombros esta pesada carga por ti y toma el yugo que Él te extiende.