“Consumado es.” –Juan 19:30
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan 1.14
La unión de Dios y hombre en la persona de Jesús fue algo totalmente nuevo. La misma idea de la Encarnación fue algo que la mente humana nunca se había imaginado antes de que Jesús llegara a la escena. Jesús no fue exiliado del cielo, tampoco sólo estaba fingiendo ser hombre. Él verdaderamente era completamente Dios y completamente hombre en una sola persona.
Más aún, era la única manera para que la cruz funcionara. Para que Dios restaurara toda la creación a una relación correcta con Él mismo y para que los seguidores de Dios fueran hechos nuevas criaturas reconciliados los con los otros, Jesús tuvo que ser el perfecto sacrificio. Esto significó que Jesús necesitaba ser más que un sólo hombre porque ningún ser humano podía ser perfecto. Fue solamente la unión de las dos naturalezas — hombre y Dios en una sola persona, ambas en su plenitud — que la redención pudo haber sido posible. El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo también necesitaba ser el León de la tribu de Judá. Aunque hemos sido hechos nuevos a través de Cristo, lo nuevo no siempre se manifiesta completamente en nuestras vidas. Invita a Jesús a trabajar hoy renovando aquellos lugares que todavía necesitan de su sangre redentora.