“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” –Mark 15:34
Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias. Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana». Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción. Marcos 5:25–29
La Ley, tal como lo establece Levítico, declaraba a esta mujer ceremonialmente impura hasta que la hemorragia se detuviera, lo que significa que ella no podría tocar a nadie ni nada sin hacerlos impuros; ya que cualquiera que estaba impuro no podía entrar en el templo, esta mujer había sido separada de su comunidad durante doce años. Incluso si la pérdida de sangre era menor, los seres humanos no estamos hechos para sangrar incesantemente durante años, por lo que probablemente estaba en un estado constantemente debilitado. Además de eso, había gastado cada denario en una cura que nunca llegó. Aislada, debilitada y pobre, todavía tenía fe en que Dios la sanaría por medio de Jesús, aunque lo más cercano que pudiera llegar a él fuera el borde de su manto.
Jesús conocía la carga que esta enfermedad había depositado sobre ella en el transcurso de esos doce años, así que cuando sintió que había sido sanada, la llamó a acercarse para que él pudiera, en parte, invitarla de nuevo a la comunidad. “Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y queda sana de tu aflicción” (v. 34). Dios no nos abandona. Él quiere que estemos completos y seamos parte de su familia; pero la reconciliación y la sanidad—ya sea física, espiritual, emocional o mental—pueden no suceder cuando queremos. El horario de Dios es todo suyo. Si usted es alguien que necesita una restauración de algún tipo, no pierda la fe de que Jesús hará su poder conocido a través de usted. Si conoces a alguien que está en medio de un período de sufrimiento, encuentra alguna manera tangible de apoyarle.